Dos meses de viaje

Cuando uno viaja se convierte en nómade, se adapta a situaciones que en otro momento de su vida consideró inaguantables. Acá un pequeño resumen de cambios que he vivido y aceptado después de dos meses de abandonar mi cómoda y tranquila vida porteña:

1- La mochila no se mancha

Cuando dejé Buenos Aires iba impoluta, mi ropa limpia y planchada, mi mochila nueva lista para ser estrenada con un cobertor en caso de lluvia y para que no se ensucie en el avión. A las tres semanas de viaje y luego de no haberlo usado nunca, el cobertor fue abandonado en la casa de mi primo, donde esta teniendo una vida mucho más amena. Mi mochila, en cambio, esta un poco manchada después de viajar en varios aviones, trenes y autos. La vida guerrera del equipaje.

Lista para tomar el próximo tren
Lista para tomar el próximo tren

2-Todavía no esta sucio

Este punto es sin duda uno de lo más importantes. Cuando tenía un hogar fijo, la ropa se lavaba después de una postura, no importaba si estaba manchada o no, una postura y al lavarropas. En el viaje descubrí la larga vida que puede tener una remera, un jean o un buzo. Acá no hay muchas opciones para lavar cosas grandes. Ropa interior y medias en la ducha, todo lo demás, a la mochila sucio. Una postura y a lavar? Eso es un lujo que no me puedo dar. Puedo decir orgullosa que en dos meses de viaje solo lave la ropa 4 veces y no apesté ni un solo día.

3-No vives de ensalada

Creo que engordé. Llevo una semana completamente perseguida con eso. El problema no es que como mucho, es que como mal. Tengo excusas para cada cosa que ingiero. Tapas porque son típicas de España, natas porque son típicas de Portugal, waffles porque son típicos de Bélgica, y así la vida entera. Acá no hay dulce de leche pero hay chocolate, así que imaginense todas las facturas rellenas con chocolate. Es difícil no caer en la tentación de la golosina nueva y desconocida, y aunque camine 10 kilómetros por día trato de cuidarme un poco. Otro tema es que la fruta acá es cara, más cara que la pastelería, y cuanto más rico es comerse un cañoncito de chocolate en relación a una triste banana.

4-El envoltorio también es comestible

Europa esta caro señores. Y mi viaje fue sin duda en una escalada de precios considerable, digamos que España y Portugal son países económicos, Alemania es un poco caro, Holanda es una locura, pero una locura. Es difícil, por no decir imposible, encontrar una combinación de comidas que rinda al bolsillo y a la salud del viajero. Cocinar es siempre la opción más sencilla pero no nos olvidemos que cuando se viaja solo siempre sobra comida, y comer durante tres días atún con arroz es casi un suicidio. Comer afuera es caro, salvo que caigamos en algún fast food. Recién luego de dos meses y con algunos consejos de por medio, pude conseguir comer un poco más equilibrado y sano y sin caer en bancarrota. Abandoné las medialunas rellenas con chocolate y ahora cada vez que tengo hambre me compro una fruta. Vamos a ver cuanto dura.

Cocinando en Amsterdam
Cocinando en Amsterdam

5-Mi casa, tu casa

Siguiendo con el tema de los precios, los hostels en varias ciudades también están un poco elevados de precio, por eso siempre que la ocasión lo amerita, hago couchsurfing. En que consiste? Para mi es algo así como una cadena de favores. Pedís alojamiento a locales  solo por la mera compañía que te ofrece vivir con un local y recorrer la ciudad junto a alguien que puede mostrarte los lugares más lindos y no tan turísticos. Cuanto sale? No sale nada, y acá viene lo de cadena de favores, yo a su vez alojo gente en Buenos Aires que no es la misma gente que me aloja a mi, de alguna manera estas devolviendo al universo el favor que a vos te hicieron. Y claro que si la misma persona que te hospedo viene a tu país sería lindo e ideal que lo alojes.

6-¿Queres ser mi amigo?

Cuando salí de mi ciudad me imaginaba que iba a pasar largos periodos de tiempo sola; aprovechar para conocerme y explorar cosas que solo surgen cuando uno se encuentra en situaciones no habituales. La soledad esta solo si uno la busca, la realidad es que mientras te hospedes por couchsurfing o en hostels uno casi nunca esta solo, siempre tiene la compañía del resto de la gente, y además eso que dicen de que los argentinos estamos en todos lados es completamente cierto. En cada ciudad que visito encuentro un argentino, y después de unas semanas sin hablar con alguien que viene de donde vos venís, la necesidad de escuchar una persona que te diga che, boludo con naturalidad se hace presente. Y terminas vinculada con gente que nunca en tu vida conocerías, pero es argentino y vos sos argentino, y eso  al menos por unos días es un gran consuelo cuando se extraña el hogar.

7- Necesidades femeninas

La semana pasada estuve dos horas mirando los productos de higiene femenina en un supermercado de Amsterdam. Todo lo que tenemos allá obviamente que acá también se consigue, pero la variedad y diferencia de opciones agobia, no voy a entrar en detalles, pero por primera vez en mi vida necesité acudir al libro de instrucciones para usar un tampon con aplicador, me sentí tan tercermundista que daba lastima; y no me pasó una vez, dos veces tuve que usar las indicaciones para saber que hacer. Otro tema femenino, depilarse. Acá es una locura de caro, pensemos de 20 euros para arriba. Opciones posibles más económicas: cera fría o gilette. La cera fría viviendo en hostels con otras 10 personas en una habitación esta complicado, ya lo probé y no lo recomiendo. Así que hasta que visite Buenos Aires nuevamente y por mucho que lo odie, la única opción viable para no ser la mujer mono es rasurarse. Horror.

8-¿Cuánto más entra en mi mochila?

Renuncié al shopping, parcialmente, no les voy a mentir. Lo que compro esta completamente restringido por el lugar que tengo libre en la mochila, y el material de lo que adquiero siempre tiene que ser algo que se pueda lavar en lavarropas y no se arrugue mucho. Telas finas y abrigadas ahora que se viene el invierno, remeras térmicas y buzos de frisa. Nada de comprar zapatos, botas, zapatillas, eso ocupa mucho. A veces sueño que me roban cosas de la valija y que tengo que comprar nuevas que las reemplacen, imaginense como me estoy conteniendo para no comprar todo en el mid season sale. Es clave comprar solo lo que necesito además, nada de vestidos, nada de pantalones, remeras o abrigo.

Todo mi equipaje
Todo mi equipaje

9-La intuición es lo que manda

No todos los lugares que conozco son lindos ni toda la gente que conozco me cae bien. Siempre es importante escuchar lo que nos sale de adentro. Cuando me aburro o me empiezo a sentir deprimida en un lugar me voy, así de simple, es por eso que viajo sin itinerario prácticamente, para tener la posibilidad de irme si la ocasión lo amerita. Uno esta sensible y no hace nada bien estar en un lugar que no colme expectativas. Con la gente funciona igual, si alguien no me gusta o no termino de sentirme cómoda me alejo, mejor sola que mal acompañada.

10-Extrañar

Este es el problema más grave del viajero, no es la plata ni no tener donde dormir una noche. Lo peor es estar lejos de amigos y familia cuando nos necesitan y cuando los necesitamos. Dos meses es lo máximo que pasé alejada de mis padre, mi hermano y de mis amigos; y cada vez se empieza a sentir más. Lo tenía bastante controlado la verdad, no soy de extrañar mucho, pero estas últimas semanas fueron duras. Por suerte existe FaceTime, Skype, WhatsApp y demás formas de enterarse de todo, sentirse un poco más comunicado y acompañado; pero sabemos que no es lo mismo, y en algún punto no se si es mejor o peor hablar seguido con todos o no hablar tanto. Supongo que se haga lo que se haga siempre se extraña y se necesita el afecto de mi gente.

Entonces, después de este decálogo de cosas que fui descubriendo en estos meses de viaje, podrán notar que no todo es color de rosas, la vida de viaje no siempre es cómoda, no siempre es un placer, no todos los días son de sol y de calor, no me la paso de fiesta, ni comprando como loca, ni sacándome selfies en cada esquina. Me levanto temprano y camino entre 7 y 10 kilómetros por día, almuerzo a las 3 de la tarde con suerte y siempre tengo sueño, extraño también mi almohada, mi cama, mi casa y mi gata, el dulce de leche, el fernet, las empanadas de mamá, los domingos con papá y ver a mis amigas cualquier día para charlar de nada. Viajar es un sacrificio, no solo el llegar acá cuesta, sino el mantenerlo, uno pone en la balanza todo y elige, y saber que estoy conociendo gente, cultura, lugares, aprendiendo y asimilando cosas nuevas constantemente, por ahora pesa más que todo y me hace muy feliz.

 

 

 

 

Deci hola! Dale, animate!