“Un sueño y un pasaporte, como las aves buscamos el norte”
Jorge Drexler
Llevo dos días en España, otra vez en Barcelona como hace cuatro meses, otra vez rodeada de amigos y sin ganas de irme a Francia. Suena como esa historia que ya todos leímos, para colmo el chico que me iba a hospedar por Couchsurfing me canceló ayer a última hora, y yo, que siempre dejo la compra de pasajes para último momento, decidí comprar anticipadamente mi vuelo Paris-Hamburg. No hay chance de escapar esta vez, voy a embarcarme en mi aventura de tan solo cuatro días sola.
Volver a viajar sola, ya me olvidé como era eso, los últimos viajes los hice con Alex y ahora, de camino a Murcia, me doy cuenta que estoy viajando sin compañía nuevamente, rara sensación la de estar solo pero sentirse acompañado.
Estoy tratando de planear un poco el viaje pero me doy cuenta que a medida que mi mente planea la realidad se modifica a una velocidad mayor que mis pensamientos. No sé hasta que punto no hubiese sido más útil viajar con objetivos, creo que de haberlos tenido me hubiese vuelto presa de ellos, pero al menos podría haber llevado un lineamento, un bosquejo del viaje, pero no. Lo poquito que planee el año pasado se disolvió a los 15 días de haber empezado a viajar, este año volví a decidir que iba a esperar a ver que pasaba, con lo difícil que es eso para una persona ansiosa. Así que tratando de matar un poco la sensación de no tener nada que hacer, se me ocurrió que podía al menos crearme un usuario en WorkAway y ver si en algún lado de Europa podía conseguir un laburo a cambio de hospedaje y comida, suena como un buen plan para alguien que viaja sin plan. Me puse una meta, me dije que quería conocer durante el verano los países nórdicos: Finlandia, Suecia, Dinamarca y Noruega, ya que es la mejor época del año para visitarlos y me aseguro de tener sol desde las 4 de la mañana hasta las 10 de la noche. Mandé un par de mails y estoy casi cerrando una propuesta con un hostel de Estocolmo, y cuando digo casi, es casi, puede que si como que no, aún me tienen que confirmar pero parecen interesados.
Y pasó lo que pasa siempre que hago un plan, un puto plan basta para que alguien desde arriba me señale y diga: I gonna make you an offer that you can’t refuse. Y fue suficiente que yo comunique al mundo los planes de pasar el verano en Suecia para que me propongan algo que suena aún mejor, un roadtrip por otro país, otro continente, otro idioma y con la mejor compañía. Y cuando todavía estaba dudando, decido chequear los pasajes desde Madrid a este nuevo posible destino, esperando que sea lo suficientemente caro como para disuadirme, y encuentro una oferta de €475 ida y vuelta, lo que serían unos $7.000, menos que un sueldo promedio en Buenos Aires. Todo esta situación me lleva a una dicotomía, que no es solo si me quedo o si me voy, es también el hecho de que me gusta disfrutar sin saber que va a pasar después, me gustaría poder decirle si o no al roadtrip una semana antes de la fecha estipulada, pero eso implicaría pagar el triple el valor de los pasajes. Se que la decisión no puede pasar de este fin de semana y tengo mil averiguaciones que hacer. Hasta no confirmarlo conmigo misma y pedir algunas opiniones a mis padres no voy a dar más datos, me da miedo que exista una oferta mejor.
Volviendo un poco a mi regreso a la ruta, la sensación de volver a dejar Argentina fue rara, fue muy distinto a irme la primera vez. Cuando empecé a viajar, en agosto del año pasado, no sabía mucho como iba a ser esa experiencia para mí, no tenía idea de con que me iba a encontrar acá ni como iba a sentirme estando tantos meses lejos de mi familia y amigos.Volver a verlos a todos fue tan necesario y hermoso como doloroso, porque ellos son a la vez el recordatorio constante de todo lo que me pierdo no estando allá. Y cuando tuve que subirme nuevamente al avión, si bien estaba feliz también me sentía triste, porque ahora si sabia, era consciente de cuanto iba a extrañar a mi familia, de cuanto iba a necesitar chusmear con amigas y molestar a mi hermano. Tanto como sentía todo eso también me daba cuenta que estar del otro lado del océano era mi decisión, después de todo nadie estaba obligándome a ir, y es en ese momento en que se presenta ante mi algo que una amiga ya me había retratado, la vida es corta como para vivirla lejos de los que amamos, pero también es lo suficientemente corta como negarnos a nosotros mismos un futuro mejor y hacer lo que sintamos necesario para lograrlo. Hoy soy acá.
y lo bien que “sos” !!!!