Llegué a Valencia el 7 de septiembre por la tarde escapando del calor de Murcia. No sabía como era Valencia, había visto pocas fotos, no había visto un solo mapa, no tenía sentido de la ubicación, podía estar parada a una cuadra del mar que no tenía idea para que lado estaba este. Perdida, desorientada, deseando profundamente haber aprendido a usar una brújula en mi niñez, y entender un poco que utilidad tiene saber para que lado esta el norte, el sur, el este y el oeste, si uno va donde lo lleva el viento, donde lo llama el mar.
Nuevamente blablacar me llevo a Valencia por un módico precio, menos de la mitad de lo que sale el tren y 10 euros menos de lo que sale un bus. Llegué, en ese estado de desorientación total del cual les hable previamente, no sabía donde tenía que ir y para peor, mi conductor tampoco tenía idea, no tenía señal en el celular, se me había acabado el plan de datos por lo que estaba sin internet también. Cordialmente, al ver mi cara de estoy completamente perdida, el conductor me ofrece ir a su hogar a usar internet y contactarme con la persona que me iba a alojar en Valencia. Como siempre en este viaje, trato de fiarme de casi todo el mundo, si mi instinto dice que esta bien yo digo que si, así que yendo nuevamente en contra de todo lo que mis padres me enseñaron, acepté la propuesta. El conductor, tal como mis entrañas habían sabido previamente, no era más que un hombre amable con ganas de ayudarme, por lo que mire un poco el mapa, hable con mi anfitrión y ya estaba medianamente ubicada en tan bella ciudad.
Como siempre que puedo, me aloje por couchsurfing, es la mejor manera de conocer lugares, estar hospedado por un local es increíble, conoces lo bueno y lo malo, te adentras en la cultura, sabes lo que aman y lo que odian de su ciudad, de su país, te enteras de verdad de la situación política, económica y social. Además es económico, y eso nos permite estirar el viaje mucho más.
Valencia me sorprendió, realmente no esperaba tanto, muchos me habían hablado de lo linda que era, de la calidez de su gente y de sus edificios históricos. Yo no dejé de mirar obnubilada para todos lados ni un solo segundo, parques lindos y verdes, gente haciendo deporte por todos lados, partes modernas y partes antiguas se unen en un contraste increíble. Valencia es para caminar, como casi todas las ciudades que visito, para conocer de verdad hay que moverse a pie, perderse, mirar el mapa solo de vez en cuando, comer en antros perdidos con locales que me miran como si fuera de una especie distinta, que preguntan de donde soy y miran asombrados sin entender como un ser tan chiquito puede viajar tanto y hablar tan raro.
Los españoles jamás van a entender porque desfiguramos la LL o la Z, porque tenemos tantos anglicismos ni porque defendemos tanto un país que parece irse al tacho. No puedo explicárselos, no puedo decirles como es que somos así de pasionales, de nostálgicos, de orgullosos, como siempre queremos tener la razón y como es imposible ganarle en algo a un argentino. Somos de acá, somos de allá, un poco de Europa mezclado con algo de sangre latinoamericana, lo mejor y lo peor de dos continentes, que cosa hermosa che.
Si los últimos párrafos no los escribiste lagrimeando, no naciste en Buenos Aires…