Ya cumplí mi primera semana de viaje y nada salió como estaba imaginado en mi mente. Pasaron más cosas en estos últimos 8 días que en el último mes en Buenos Aires, por eso voy a dividir este relato, este no tan breve anecdotario en dos partes.
Primera parte
Llegué a Madrid el jueves 7 de agosto por la tarde, un calor infernal en una ciudad completamente desierta, más deshabitada que Buenos Aires en la primera quincena de enero. Combine subtes y camine tres cuadras que se sintieron como quince bajo el sol que ardía y cargando 15 kilos en dos mochilas. Arribe derretida a la casa de Alex, mi host de Couchsurfing, quien me esperaba ansioso de conocerme y con planes de los que había sido levemente advertida pero que no tomé muy en serio.
Lo primero que me dice es: “Tengo el coche en el mecánico, lo buscamos por la tarde y mañana salimos a Portugal con dos chicas, a juntarnos con unos tíos amigos que están surfeando allí. Vienes?” Lo pensé dos segundos y dije que si. Después de todo esta era la verdadera razón para viajar, aprender a salir de mis planes estipulados, aceptar lo que sea que venga de la mejor manera y aprovechar todo lo que me es dado por el universo.
Luego de un largo periplo para arreglar el auto y conseguir todas las provisiones necesarias, logramos cenar y dormir pasada la medianoche.
La mañana siguiente, nuevamente 37 grados de térmica en Madrid, armamos los bolsos y salimos para Moncloa a buscar a las dos señoritas que serían parte de este viaje. Llegamos 40 minutos tarde, porque meter todo en el auto era lo más similar a un tetris que podía existir, y todavía nos faltaban dos bolsos, una carpa y un saco de dormir.
Claudia y Alejandra me fueron presentadas, las primeras madrileñas que conozco en mi vida, dos diseñadoras gráficas llenas de ideas, de creatividad y de locura, tienen solo 23 años y parecen más despiertas que yo a esa edad, a lo largo de la semana que pasamos juntas terminamos forjando algo muy parecido a una amistad y la promesa de vernos nuevamente en enero.
El roadtrip fue cansador, 8 horas parando a cargar nafta, a comprar, a almorzar y al baño, pero se manejaba tal nivel de excitación y ansiedad en el ambiente que no importaba nada más. Llegamos a Lagos pasado el atardecer, una postal hermosa de casas y edificios bajos y el mar. No teníamos idea de donde parar, cuanto nos iba a salir, si nos iba a alcanzar el dinero y donde estaban los amigos surferos de esta gente. El día a día era vivir en la ignorancia total de los hechos.
Conseguimos un camping, el único camping de Lagos y era un desastre, y a mi no me importaba en lo más mínimo. Quería eso, quería aventuras y hacer cosas que nunca había hechos antes, cosas tan sencillas como armar una carpa en un descampado horrible con 3 desconocidos.
Pasamos la primera noche y decidimos cambiar de camping a uno un poco más preparado para recibir gente. Pasé de no acampar nunca en mi vida a armar y desarmar una carpa dos noches seguidas. Nos fuimos a uno en la playa de Luz, y luego nos dedicamos a buscar a esta gente, la cual a esta altura para mi era todo un misterio, ya empezaba a preguntarme si eran reales, no atendían los celulares ni contestaban mensajes, habíamos buscado en casi todas las playas y nada.
Pasamos 2 noches en el camping de Luz, recorrimos playas hermosas y paradisiacas, de esas que solo aparecen en películas y que parece que uno nunca va a encontrarlas en la vida real. Y ahí estaban, con aguas casi transparentes y completamente heladas, accedí a bañarme en ellas porque estoy con esta idea loca de decir a toda propuesta decente que si, si quiero, acepto.
Si mal no recuerdo, al cuarto día, mientras tomaba sol en topless en una playa bastante desértica de Carrapateira, suena el celular de Alejandra, finalmente establecemos contacto con el otro grupo, quienes llevaban varios días sin tener conexión con el presente y habían dado por hecho que no iríamos a visitarlos. Para nuestra sorpresa, estaban solo a una playa de distancia, pero nosotros todavía teníamos que ir al camping, hacer el check out, pagar, desarmar las carpas y después juntarnos con mis nuevos desconocidos.
Frase que, ya me veo, voy a repetir bastante por los próximos 6 meses:
GENIA que sos.
[…] Esta es la continuación del relato sobre mi viaje improvisado de una semana al sur de Portugal con desconocidos, te recomiendo empezar a leer acá. […]