Desde que empecé a viajar mi actividad deportiva ha sido reducida a la nada misma. Si bien paso muchos días caminando sin parar de la mañana a la noche, hay otros días, especialmente cuando me instalo en Hamburg, en que no hago nada. Escribo un poco en el blog, voy al super a hacer las compras, cocino, ordeno la casa y hasta duermo la siesta, pero de sentirme activa, de hacer algún deporte, nada de nada.
Cuando retome la ruta hace menos de un mes me dije que eso de quedarme vegetando en la cama mientras visito a mi novio no va más, tengo que empezar a generarme una rutina porque esto me va a volver loca, además el cuerpo de los 28 no es el mismo que el de los 25, cada año va mutando en algo que se asemeja al cuerpo de un persona adulta. La actividad deportiva que hice de chica ya no me estaría rindiendo, así que decidí empezar a nadar otra vez.
¿Porqué nadar? ¿Porqué no correr? El running es facil, es económico, lo podría hacer en cualquier parte del mundo y en cualquier momento, todo eso es cierto. Pero nada se compara como la sensación de deslizarse sobre el agua, además la natación es un deporte con el que siento afinidad desde muy pequeña y lo he practicado durante una gran cantidad de años.
Así que me puse a averiguar piletas y clubes de acá para empezar apenas pise Hamburg. La búsqueda fue corta y dio buenos frutos. Mi novio me dijo que a 10 cuadras de la casa hay una pileta pública donde el solía ir a nadar de chico, funciona todo el año y tiene tanto pileta cubierta como descubierta, y el día en la pileta sale €5,90, pero se puede comprar una tarjeta por €75 que viene con ese mismo valor de carga pero se aplica un descuento del %16 cada vez que se usa, por lo que al final te estarías llevando una entrada a la pileta gratis, o eso me explico el alemán, y yo cedí convencida, ya que esos precios no distan mucho de los argentinos.
Llegué a la pileta pública con pánico, en Buenos Aires no hay muchas y las pocas que existen hacen que sea mejor nadar en la bañera que allí. Entré y quedo obnubilada. Todas las imágenes de piletas públicas que existían anteriormente en mi cabeza fueron reemplazadas por un predio verde con varias piletas, solo faltaban las mariposas volando sobre mi cabeza y estaba en el cielo acuático.
El predio, que no tengo idea cuanto mide, es muy grande, en la parte exterior tiene mucho verde, una pileta olímpica que solo se usa para nadar, es decir que no hay niños jugando, otra pileta al lado semi olímpica con tres trampolines, de los cuales el más alto es de 10 metros y ni se me cruza por la cabeza usarlo. Alejándonos un poco de esa zona hay un solarium, una pileta para niños con juegos y otra pileta semi olímpica con el agua un poco más caliente, o menos fría diría yo. Y esto es solamente el área exterior.
En el interior hay otra pileta semi olímpica con el agua caliente como para jugar y los vestuarios y las duchas, todo en una construcción prolija y limpia, bien iluminada y moderna, y por suerte nada que se asemeje a lo que tenía en mente.
Nade, nade muy poco considerando lo que solía nadar cuando nadaba en serio, pero la sensación fue igual de placentera, aunque nadar en una pileta olímpica al exterior cuando hace 18 grados de temperatura ambiente, es una experiencia curiosa. A pesar de que al ingresar al agua tuve algunos espasmos de frío, sobreviví y seguí nadando.
La experiencia de los vestuarios, para los que no estamos acostumbrados a la cultura alemana, es un poco fuerte. Si bien hombres y mujeres estan divididos, la división son los mismos lockers, es decir que si haces como yo y por error doblas a la derecha en lugar de a la izquierda, te vas a encontrar con un viejo sentado en culo al lado tuyo, luego de recalcular doblé a la izquierda y me encontré con unas señoras muy mayores en tetas, ese era mi vestuario! La experiencia de las duchas también es distinta, acá nadie tiene una ducha para cada una, hay un cuarto grande, un par de duchas y a la que te criaste. Yo, una embarazada, una madre con dos hijas pequeñas y dos abuelas, todas en bolas compartiendo ducha. Al principio me pareció extraño, pero después de un rato me sentí bien, es una experiencia libre, cada uno hace lo que quiere con su cuerpo y al otro no le importa, el otro no te mira. Las únicas que me miraban eran las nenas pero era por mi pelo y por que sin querer le ocupé la ducha a una, me dijo algo en alemán y me moví de ducha.
Hacer deporte en otro lugar es lindo, es una inmersión total en una cultura nueva, con sus cosas buenas y sus cosas malas, pero por suerte en este país el respeto es lo primero. Así que mientras tome mi andarivel y no moleste a los demás puedo hacer lo que quiera. Hasta entrar al vestuario de los varones.