En busca de la nieve europea

Para nevar tiene que esta nublado, así de nulo era mi conocimiento de la nieve antes de venir a Austria que ni siquiera sabia que no puede nevar con cielo despejado.

Desde que llego el invierno en Europa mi única misión ha sido conseguir ver nieve en vivo y en directo, nieve real. Mis encuentros anteriores con esa hermosura blanca que cae del cielo fueron completamente falsos, reales pero falsos. Las pocas veces que vi nieve fue nieve de primavera, es decir nieve vieja que estaba en la montaña desde el invierno, vi nevar solo una vez en mi vida, durante 15 minutos, una primavera en Tierra del Fuego, fue más bien un agua nieve, pero era bastante para una porteña.

El ayuntamiento de Viena
El ayuntamiento de Viena

Luego de que mi madre volviera a Buenos Aires pasé dos semanas en Hamburg, donde vi nevar pero no hacía suficiente frío como para que el piso quedara blanco, estuve días mirando el pronóstico y nada parecía indicar ver nieve pronto, nieve suficiente como para jugar.

Decidí hacer un último destino antes de encaminarme hacía Argentina otra vez. En Austria tiene que haber nieve, así que arme la mochila otra vez y después de 17 horas de bus a solo €30 llegué a Viena, donde me esperaban algunos de los alemanes que había conocido en Barcelona. Una de las cosas más lindas de viajar son los nuevos amigos alrededor del mundo!

No iba a estar muchos días en la ciudad, así que aproveché para recorrer en base a esta guía. Al llegar a Viena no había nieve, hacía un frío espantoso y tampoco había sol pero al menos no llovía. Sin embargo ni el peor clima del mundo puede hacer que esta ciudad parezca menos bella de lo que es. La imperial Viena es deslumbrante, restos de lo que fue uno de los imperios más grandes y poderosos del mundo están alrededor de toda la ciudad. Desde el Palacio Hofburg, donde vivió la realeza durante más de 600 años, hasta la casa de veraneo de Sissi, el Palacio de Schönbrunn que fue declarado patrimonio de la humanidad, cada construcción es imponente.

A los dos días de llegar a la ciudad empezó a nevar, y tal era mi excitación que salí a la calle corriendo a ver que se sentía! Lo que siguió a eso fue una guerra de bolas de nieve y mucho frío, pero que ni siquiera se sintió porque manejaba un nivel de excitación tan grande que bien podría haber estado corriendo en remera y short.

Desde mi habitación en St Johan in Tiröl, Austria
Desde mi habitación en St Johan in Tiröl, Austria

Pero esa cantidad de nieve no fue suficiente, yo quería más, quería sentirme en una película de Disney donde nevara sin parar y donde podía hundirme hasta la rodilla en nieve. Así que gracias a un amigo de el alemán (si todavía no saben quien es el alemán están muy desactualizados con el blog) nos fuimos a Tiröl, a un pueblo hermoso donde teníamos alojamiento adentro de la misma pista de ski. Nieve, todo blanco, todo pintoresco, nieva sin parar, amanezco y veo las ramas de los arboles blancas con el sol de fondo.

Intenté duramente incursionar en los deportes de invierno pero claramente noté que lo mío siempre va a seguir siendo la pileta, también probé con el culopatín y eso funcioné perfecto, aunque tomé tanta velocidad que terminé hecha una bola de nieve por mi misma, cuando termine con esto decidí ir a explorar con las raquetas de nieve, digamos que manejarlas es un poco complicado, así que cada 5 o 6 pasos me caí y terminaba mordiendo nieve una vez más. Terminé claudicando y escribiendo este post mientras espero que los que saben vuelvan a la casa para almorzar.

Deci hola! Dale, animate!