Cuatro meses de viaje

“There’s nowhere you can be that isn’t where you’re meant to be…”
John Lennon

Hace cuatro días recibí un mensaje de mi mamá, como cada mes me recordaba la cantidad de meses que había pasado lejos de ella. Ya cuatro meses afuera, y esta vez no me había acordado, ni siquiera lo tenía presente, me llego el mensaje y me vi obligada a mirar el teléfono y corroborar la información. Si, ya pasaron cuatro meses, y esta vez no preparé con anticipación un articulo, ni ten go idea de que contarles, ni tengo planeado elaborar en profundidad un estudio detallado de que fue lo que hice en estas últimas dos semanas y de porque me resultó difícil encontrar el tiempo para sentarme a escribir.

Estoy en Milán. Llegué el día de mi cumplemes, después de haber pasado una semana en Barcelona y otra en Paris. Llegué con las ideas mucho más claras, con una noción más concreta y real de lo que planeo hacer en los últimos meses, más decidida y contenta, disfrutando porque se que son mis últimos dos meses en Europa y que después me vuelvo a la madre patria. Por poco tiempo, pero me vuelvo, y eso implica despedidas y reencuentros, y después de cuatro meses vendrán nuevos reencuentros otra vez de este lado del oceano.

Tanto en Milán como en Barcelona me reuní con amigas, gente que conozco desde hace más de 10 años, que vivieron las mismas etapas que yo, que crecieron en un ambiente similar al mío. Mujeres ambiciosas, con deseos, fuertes, emprendedoras, con ganas de crecer y superarse, creo que son como yo en ese sentido, creo que somos parte de una generación bisagra, de un cambio y de uno lindo, uno que implica independencia y feminismo.

El año próximo cumplo 28 años, tengo conocidas de mi edad que están casadas y que ya son madres, y acá estoy yo (hola!) que me sigo sintiendo diez años menor, que no tengo un trabajo, que no quiero un trabajo, y que lo único que parece interesarme ahora es la vida nómada, siento que viajar despertó el monstruo, y ahora que este ser descubrió lo que le hace bien, ya no puede quedarse quieto. Quiere más! Nuevos países, nuevos continentes, nuevas experiencias. Estoy inmersa en un circulo vicioso, más conozco, más quiero conocer, nunca se termina, nunca es suficiente. Me di cuenta que es realmente otra manera de vivir, y me cuestiono si esta bien lo que estoy haciendo, si no estoy grande, cuando es el momento de parar, que quiero hacer después, todas esas dudas están presentes, pero confió en mi misma. Querer viajar nació desde mí como una pulsión, confió que querer parar va a llegar a mi de la misma manera, un día me levantaré y me daré cuenta de que no quiero más moverme por un rato, por un momento más largo que un mes o quince días.

Hace poco un amigo que vive en este continente me dijo: “Hace cuatro meses que estás acá, no viste tanto tanto”. Tiene razón, probablemente vi lo que un turista puede ver en un mes o dos como mucho, la diferencia es que yo no estoy viajando, yo estoy viviendo en movimiento. Me gusta un lugar y me quedo, quizás recorro poco, quizás lo hago lento y en muchos días, quizás me quedo una semana adentro de una casa saliendo solo para ir al super; para mi esto no es unas vacaciones, no es hacer turismo, esta es mi forma de vida, y lentamente empezas a valorar la rutina, dormir en la misma cama, quedarte adentro y hacerte un te, mirar la vista distinta por la ventana, son esas cosas minúsculas que un turista nunca haría. Son esas cosas que hacía cada mañana en Buenos Aires y que jamás tenía en cuenta.

Hace tres días que escribo esta nota, me siento, agrego dos lineas, mi amiga me ceba un mate y nos ponemos a charlar por una hora, pierdo el hilo de la nota, trato de recuperarlo pero no puedo, me da sueño y me voy a dormir. Hoy me levanté, y postergue mi visita a Lago di Como por un rato, me hice un te y me senté, leí una y otra vez lo que tenía ya escrito, hay un sol enorme del otro lado del ventanal, no puedo seguir esperando al genio creativo. Hoy la vida esta afuera.