¿Cómo llegué a Arles?
Visité Arles a fines de 2014. Estaba viajando por Europa sola, cuando mi papá me vino a visitar con una invitación muy especial: tomar un crucero por el mediterráneo. La idea era salir de Barcelona y parar en Mallorca, Italia y Francia antes de volver al punto de partida.
Me tomé un avión desde Nuremberg y me encontré con mi papá, pasamos una noche en la ciudad catalana y, al día siguiente, nos subimos al crucero de Costa.
Jamás en mi vida había estado en un crucero, así que estaba super excitada por saber cómo iba a ser, qué me iba a encontrar adentro, qué tipo de gente iba a recorrer ciudades haciendo base en barcos gigantes? A pesar de saber que no era mi estilo de viaje, estaba más que dispuesta a dejarme sorprender y disfrutar.
El crucero hizo varias paradas hasta llegar a Marsella, donde habíamos contratado una excursión que prometía hacernos conocer los lugares por los que pasó el mítico artista holandés, Vincent Van Gogh.
Una opción más que válida para los que no están de crucero es ir en tren, pueden arrancar el recorrido desde distintas partes de Europa, conocer el sur de Francia en tren tiene un sabor muy distinto, el de ir recorriendo y saboreando cada paisaje.
Tour por Arles
Apenas nos bajamos del crucero, nos subimos a un micro. Durante una hora la guía nos fue contando un poco de la historia de Arles y de la Provenza francesa.
Aprendí que esta pequeña ciudad fue una de las primeras colonias romanas fuera de Italia y nuestra primera parada fue en los restos de un viaducto que bordeaba la ruta.
Después seguimos camino rumbo al ingreso formal a la ciudad de Arles. Un cartel nos da la bienvenida y nos muestra las ciudades hermanas de esta y el año en que se declaró dicha hermandad. Hasta ese momento, nunca había oído hablar de ciudades hermanadas, ese día aprendí que es un concepto que se aplica entre ciudades que están lejos geográficamente, pero comparten características. Es una manera de generar hospitalidad y “sororidad” a pesar de la distancia.
Sin embargo, ver ese cartel no fue la razón principal para bajar ahí del micro. Del otro lado de la calle estaba la primera huella de la vida de Van Gogh en Arles, un foto de su cuadro “La Casa Amarilla” y el lugar donde estaba la casa antes.
Ya no quedan registros de esa casa de la esquina, sin embargo, la plaza de enfrente sigue ahí, viendo las construcciones ser derrumbadas y los nuevos edificios levantarse.
Caminamos junto a la guía hasta llegar a las ruinas romanas de la ciudad. Me sorprendió lo intactas que se encuentran. Los franceses hicieron un claro trabajo de conservación.
De todas las ruinas romanas en Francia, el anfiteatro de Arles es uno de los que se encuentra en mejor estado. Nosotros solo lo vimos desde el exterior, pero si quieren entrar sepan que pueden hacerlo abonando alrededor de €6.
Desde ahí, pasamos por el teatro romano y seguimos hasta el centro de la ciudad. Como se darán cuenta, los puntos más turísticos de Arles están bastante cerca entre sí.
La plaza central tiene un obelisco marcando el centro y, de un lado la Iglesia de Saint-Trophime y, del otro, el ayuntamiento. A ambos lugares se puede ingresar sin abonar.
Continuamos hasta llegar a la parte que más me interesaba y que le da nombre al post, un poco más de la historia de Van Gogh. El artista pasó varios años en esta ciudad y pintó varias obras famosas aquí. Entre ellas, el patio del hospital de Arles que pueden ver en la primera foto. Por suerte, el municipio de la ciudad puso una foto de los cuadros en el lugar donde fueron pintados.
Actualmente, ese lugar que alojó a Van Gogh es un centro cultural que conserva la estructura así como la había contemplado el artista.
Seguimos hasta otra plaza, donde se ubica el café que pintó el artista. Ahora, ese café lleva su nombre. Aprovechamos la parada para almorzar, después el tour seguía rumbo a otra ciudad de la Provenza.
Si bien yo solo vi tres, son 10 los cuadros famosos que están señalizados en la ciudad.
Continuamos camino rumbo a Saint Remy y, antes de llegar, pudimos ver el asilo de Saint Paul, el lugar al que Van Gogh fue trasladado luego de cortarse la oreja.
Saint Remy es un pueblo de esos que te enamoran. Me acuerdo que empecé a mirar por la ventanilla apenas llegamos y no podía dejar de suspirar.
Ubicado a pocos kilómetros de Arles, este lugar vio nacer a Nostradamus. Es un pueblo típico que, por lo que nos comentó la guía, en verano se llena de turistas.
Dimos una vuelta por el centro, que es bastante pequeño y además estaba casi vacío porque estábamos fuera de temporada, y nos sentamos en un café a mirar el lugar y no poderlo creer.
Viajar tiene estas cosas mágicas que a mí me vuelven loca, la posibilidad de andar los pasos de gente que uno admira. Así como en Liverpool fui persiguiendo los rastros de Los Beatles, en Arles desanduve el camino de Van Gogh.
Arles, además, fue visitada por Gauguin cuando todavía era amigo de Van Gogh. Dicen que el holandés estaba tan enamorado de la ciudad que comenzó a invitar a sus amigos artistas para que la retraten. Picasso fue otro de los visitantes.
Para terminar nuestro recorrido, hicimos lo obligatorio en Provenza. Nos fuimos hasta el centro de la ciudad y compramos souvenirs. ¿Qué compramos? Las clásicas bolsitas de lavanda que hoy adornan y perfuman mi placard.
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